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sábado, 7 de septiembre de 2013

Ante Dios y ante la historia

“¡Nunca más la guerra! ¡Nunca más la guerra!”: retomando —antes de la oración del Ángelus y después tuiteándola— la invocación de Pablo vi ante las Naciones Unidas, el Papa Francisco se ha hecho intérprete de un grito que —quiso recordar— sale de “la única gran familia que es la humanidad”, sin distinciones. Es fácil y amarga la constatación de que no todos en el mundo quieren ni construyen la paz, pero ciertamente la aspiración a la paz está difundida por doquier, frente a conflictos la mayor parte de las veces olvidados. Como sucede ahora, y cada vez más, ante la tragedia que desde hace más de dos años en Siria ha causado decenas de miles de víctimas, sobre todo civiles, causando flujos imponentes y crecientes de refugiados desesperados.

Por esto una vez más la voz del obispo de Roma —que se ha declarado herido con cuanto ocurre y sobre todo “angustiado por la dramática evolución que se está produciendo”— se eleva con fuerza para condenar el uso de las armas, y “con especial firmeza” el empleo de aquellas químicas: “Les digo que todavía tengo fijas en la mente y en el corazón las terribles imágenes de los días pasados”, exclamó el Papa Francisco, que inmediatamente después pronunció palabras graves, sobre las cuales los responsables de las naciones tienen el deber de reflexionar: “Hay un juicio de Dios y también un juicio de la historia sobre nuestras acciones, del que no se puede escapar”.

Toda la intervención del Pontífice se dedicó a la situación internacional, un escenario donde desde hace demasiado tiempo y sin tregua se multiplican los conflictos, pero que en estas semanas está cada vez más marcado por la exacerbación feroz de la tragedia siria. En un contexto, por lo tanto, muy preocupante y por los desarrollos imprevisibles, el Papa Francisco repite que es indispensable y urgente abandonar la cultura del enfrentamiento y del conflicto: lo que construye la convivencia en los pueblos y entre los pueblos es, de hecho, “la cultura del encuentro, la cultura del diálogo; éste es el único camino para la paz”, que la Santa Sede indica y por la cual su diplomacia está trabajando con todo instrumento posible.

Las palabras del obispo de Roma se dirigen explícitamente a las partes en conflicto y a la comunidad internacional, pero aún más significativa es la remisión a las palabras de Juan xxiii sobre la paz, esto es, que “a todos corresponde la tarea de establecer un nuevo sistema de relaciones de convivencia basadas en la justicia y en el amor”. Así que el Papa Francisco pide que el empeño por la paz “una a todos los hombres y mujeres de buena voluntad”, católicos, cristianos, miembros de cualquier religión y también “aquellos hermanos y hermanas no creyentes”. Y precisamente por esto a todos el Pontífice extiende la invitación a la jornada de ayuno y oración por la paz en Siria, en Oriente Medio y en el mundo, que ha convocado suscitando interés y adhesiones mucho más allá de la Iglesia católica.

(fuente: www.osservatoreromano.va)

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