A su excelencia
el señor Vladimir Putin
Presidente de la Federación Rusa
En el año en curso, usted tiene el honor y la responsabilidad de presidir el Grupo de las veinte mayores economías mundiales. Soy consciente de que la Federación Rusa ha participado en tal Grupo desde su creación y ha desarrollado siempre un papel positivo en la promoción de la gobernabilidad de las finanzas mundiales, profundamente golpeadas por la crisis iniciada en 2008.
El contexto actual, altamente interdependiente, exige un marco financiero mundial, con propias reglas justas y claras, para conseguir un mundo más equitativo y solidario, en el que sea posible derrotar el hambre, ofrecer a todos un trabajo digno, una vivienda decorosa y la asistencia sanitaria necesaria. Su presidencia del G20 durante el año en curso ha asumido el empeño de consolidar la reforma de las organizaciones financieras internacionales y de llegar a un consenso sobre los estándares financieros adecuados a las circunstancias actuales. No obstante, la economía mundial podrá desarrollarse realmente en la medida en que sea capaz de permitir una vida digna a todos los seres humanos, desde los más ancianos hasta los niños aún en el seno materno, no sólo a los ciudadanos de los países miembros del G20, sino a todo habitante de la tierra, hasta quienes se encuentran en las situaciones sociales más difíciles o en los lugares más perdidos.
En esta perspectiva, parece claro que en la vida de los pueblos los conflictos armados constituyen siempre la deliberada negación de toda posible concordia internacional, creando divisiones profundas y heridas lacerantes que requieren muchos años para cicatrizar. Las guerras constituyen el rechazo práctico a comprometerse para alcanzar esas grandes metas económicas y sociales que la comunidad internacional se ha dado, como son, por ejemplo, los Millennium Development Goals. Lamentablemente, los muchos conflictos armados que aún hoy afligen el mundo nos presentan, cada día, una dramática imagen de miseria, hambre, enfermedades y muerte. En efecto, sin paz no hay ningún tipo de desarrollo económico. La violencia no lleva jamás a la paz, condición necesaria para tal desarrollo.
El encuentro de los jefes de Estado y de Gobierno de las veinte mayores economías, que representan dos tercios de la población y el 90% del PIB mundial, no tiene la seguridad internacional como su objetivo principal. Sin embargo, no podrá prescindir de reflexionar sobre la situación en Oriente Medio y en particular en Siria. Desgraciadamente, es doloroso constatar que demasiados intereses de parte han prevalecido desde que empezó el conflicto sirio, impidiendo hallar una solución que evitara la inútil masacre a la que estamos asistiendo. Que los líderes de los Estados del G20 no permanezcan inertes frente a los dramas que vive ya desde hace demasiado tiempo la querida población siria y que corren el riesgo de llevar nuevos sufrimientos a una región tan probada y necesitada de paz. A todos y cada uno de ellos dirijo un sentido llamamiento para que ayuden a encontrar caminos para superar las diversas contraposiciones y abandonen cualquier vana pretensión de una solución militar. Que haya, más bien, un nuevo empeño para perseguir, con valentía y determinación, una solución pacífica a través del diálogo y la negociación entre las partes interesadas con el apoyo concorde de la comunidad internacional. Además, es un deber moral de todos los Gobiernos del mundo favorecer toda iniciativa orientada a promover la asistencia humanitaria a quienes sufren a causa del conflicto dentro y fuera del país.
Señor presidente, esperando que estas reflexiones constituyan una válida contribución espiritual a vuestro encuentro, rezo por un resultado fructífero de los trabajos del g20. Invoco abundantes bendiciones sobre la Cumbre de San Petersburgo, sobre todos los participantes, sobre los ciudadanos de todos los Estados miembros y sobre todas las actividades y compromisos de la Presidencia Rusa del G20 en el año 2013.
Pidiéndole que rece por mí, aprovecho la ocasión para expresar, señor presidente, mis sentimientos más altos de estima.
Ciudad del Vaticano, 4 de setiembre de 2013
Francisco
(fuente: www.osservatoreromano.va)
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