Ciudad del Vaticano, 16 de septiembre de 2013 (Zenit.org) El papa Francisco ha querido recordar ayer al concluir el rezo del ángelus, al cura Brochero, sacerdote misionero argentino que fue beatificado este sábado en la localidad de Villa Cura Brochero, en la provincia argentina de Córdoba. Un sacerdote que no era de la diócesis de Bergoglio, sino que pertenecía a la de Córdoba, y a pesar de ello el entonces arzobispo de Buenos Aires impulsaba la causa del 'cura gaucho' en cuanto modelo de 'pastor con olor a rebano'.
Ante una multitud de fieles reunidos en la plaza de San Pedro, a pesar de la lluvia persistente indicó que el beato Brochero “llevado por el amor de Cristo se dedicó por entero a su rebaño, para llevar a todos el Reino de Dios, con inmensa misericordia y celo por las almas”.
“Caminaba kilómetros y kilómetros cabalgando por las montañas, con su mula que se llamaba 'mala cara' porque no era bonita … e iba también bajo la lluvia, porque era valiente, como ustedes que están bajo esta lluvia... Al final de su vida este beato era ciego y leproso, pero lleno de alegría, la alegría del buen pastor, del pastor misericordioso”.
“Deseo unirme --prosiguió el santo padre-- a la alegría de la Iglesia en Argentina por la beatificación de este pastor ejemplar, que a lomo de mula recorrió infatigablemente los áridos caminos de su parroquia, buscando, casa por casa, las personas que le habían sido encomendadas para llevarlas a Dios. Pidamos a Cristo, por intercesión del nuevo beato, que se multipliquen los sacerdotes que, imitando al cura Brochero, entreguen su vida al servicio de la evangelización, tanto de rodillas ante el crucifijo, como dando testimonio por todas partes del amor y la misericordia de Dios”.
Al concluir el pontífice ha mandado un saludado especial a los participantes que concluyeron, en Turín, la Semana Social de los católicos italianos, sobre el tema "La familia, esperanza y un futuro para la empresa italiana". Y dijo: “Acojo con satisfacción -ha dicho- el firme compromiso que existe en la Iglesia en Italia con las familias y para las familias, que es un fuerte estímulo para las instituciones y para todo el país ¡Continúen por este camino!”
(16 de septiembre de 2013) © Innovative Media Inc.
Ese cura con olor a oveja
Ya es beato el cura gaucho que le gusta a Bergoglio
Roma, 15 de septiembre de 2013 (Zenit.org) José Gabriel del Rosario Brochero murió a la edad de 73 años, con 47 de cura, agotado, enfermo de lepra, pobre y abandonado, cuando en Europa empezaban a sentirse los crujidos siniestros de la primera gran guerra. La causa de beatificación no fue rápida, a pesar de la extensa fama de santidad que lo acompañó todo este tiempo. Un diario de Córdoba publicó su biografía espiritual cuando todavía estaba vivo, e incluso antes de morir su nombre figuraba en los libros de las escuelas primarias de la zona. Pero recién en los años ’60 la causa empezó a dar los primeros pasos, en 2004 subió el primer peldaño con Juan Pablo II que lo declaró venerable, y el 20 de diciembre de 2012 el segundo con Benedicto XVI, que firmó el decreto de beatificación. Formalmente esa segunda etapa terminó hoy, entre las sierras heladas de Córdoba, junto a los gauchos envueltos, como Brochero, en los tradicionales ponchos para protegerse del frío inesperado de la noche. Medio siglo de pausas, empujones, frenadas, aceleradas y perplejidades (sobre el lenguaje de Brochero, por ejemplo, colorido y tosco, como lo describió el cardenal Angelo Amato recurriendo a un argentinismo). La causa de beatificación terminó justo durante el papado de un compatriota del nuevo beato y octavo candidato a santo de la Argentina.
No hay ninguna relación entre los dos hechos: el final del itinerario canónico de Brochero y la elección de Bergoglio como Papa. O por lo menos no existe ningún lazo visible, y sobre los invisibles no hay razón para aventurarse. Hacía falta un milagro, como dictan las reglas, y el milagro se produjo. Un milagro común, de bajo perfil si se quiere, al estilo Brochero. El milagro de un niño que sufrió un gravísimo accidente de tránsito en el año 2000 y se recuperó por su intercesión, verificado con todos los requisitos de los severos procedimientos canónicos. No hay ninguna relación entre la beatificación y la elección de dos argentinos. Pero no hay duda de que el Papa Francisco hoy estuvo allí con el corazón, entre los miles de paisanos y peregrinos que llegaron desde todos los puntos de Córdoba, algunos a caballo, en colectivos, autos, motos y hasta en bicicleta. Porque Brochero es uno de esos curas que le gustan a Francisco, “un pionero en salir hacia las periferias geográficas y existenciales para llevar a todos el amor y la misericordia de Dios”, como dijo en el mensaje que leyó el Cardenal Amato en su nombre. “No se quedó en la oficina parroquial, se desgastó sobre la mula y terminó enfermo de lepra a fuerza de salir a buscar la gente como un cura de la calle, como un cura callejero de la fe”. Uno de esos curas que Bergoglio señaló como modelo a los sacerdotes de Buenos Aires, que van al encuentro de la gente, que “entran en su conversación”, que “no tienen miedo de entrar en la noche de los hombres (que) vagan sin meta, solos con su propio desencanto, con la desilusión de un Cristianismo que ya consideran tierra estéril, infecundo, incapaz de generar sentido”.
El Cardenal Amato no dejó de destacar cada una de estas cosas durante la misa de beatificación, trazando de Brochero el perfil de un sacerdote del pueblo, dedicado a las almas, que se hacía todo con todos, “una perla de santidad argentina comparable con el santo cura de Ars”.
El resto vino por añadidura. Un desborde de caridad que en el caso del cura Brochero adquirió la forma de una obra civilizadora imponente. Porque José Gabriel del Rosario Brochero construyó caminos donde no había, abrió escuelas donde el Estado no llegaba, dispensarios donde los médicos jamás habían puesto un pie, casas para jóvenes abandonadas, iglesias, asilos, hospicios, comedores, escuelas. Y canales de riego, un cementerio, un acueducto, una oficina postal, trazó la extensión de la línea ferroviaria... Todo por amor a Dios.
(Traducción: Inés Giménez Pecci)
(15 de septiembre de 2013) © Innovative Media Inc.
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