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domingo, 4 de mayo de 2008

Jesús Asciende a los Cielos pero se queda con nosotros

Evangelio (Mt 28, 16-20)

En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea y subieron al monte en el que Jesús los había citado. Al ver a Jesús, se postraron, aunque algunos titubeaban. Entonces, Jesús se acercó a ellos y les dijo : "Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. Vayan, pues, y enseñen a todas las naciones, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándolas a cumplir todo cuanto yo les he mandado; y sepan que yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo".

Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.

El Evangelio de hoy se complementa con el relato de la primera lectura, la del libro de los Hechos de los Apóstoles que escribió San Lucas. Lucas habla de que aparecen dos ángeles para dar ánimo a los apóstoles quienes se habían quedado mirando a su Maestro yendo de regreso a su Padre.

La Ascensión de Jesús es otro momento clave que está estrechamente ligado con la Resurrección. Nuestro Señor da la última prueba de su divinidad ascendiendo a los Cielos. Queda la promesa de que volverá algún día, ya para el momento del Juicio Final.

Hay que diferenciar la Ascensión de Jesús con la Asunción de María, Nuestra Mamá Celestial. Al pronunciar ambas palabras, la diferencia es mínima pero conceptualmente la diferencia es muy grande. Ascensión es plicable solo a Jesús porque implica que Él "sube" por sus propios medios porque es Dios. La de María es Asunción porque Ella no es Dios, no "subió por sus propios medios es una creatura y fue llevada al Cielo. Hay que dejar en claro que los católicos solo adoramos a Dios, María recibe el culto de "hiperdulia", que significa "más allá de la veneración"; a los santos y a los ángeles solos se los venera.

Es importante detenerse en el último mandato que nos deja Jesucristo: transmitir sus enseñanzas a todos los seres humanos, dar testimonio de Él. Los que nos decimos cristianos podemos preguntarnos hasta qué punto estamos anunciando a Jesús en los ámbitos en donde vivimos: nuestras familias, nuestros amigos, ámbitos estudiantiles y/o laborales, etc. No es imprescindible realizar grandes prédicas, solo dar testimonio de Jesús con pequeños hechos, con pequeñas actitudes, con pequeños gestos que nos muestren como discípulos del Señor.

Aún así, Jesús nos promete quedarse entre nosotros hasta el fin de los tiempos. Su presencia será la garantía de que Nuestra Madre Iglesia sobrevivirá hasta el fin del mundo, más allá de las cruentas persecuciones de las que ha sido víctima y de las que vendrán, como así también de los errores que cometemos los católicos.

Sería bueno proponerse para esta semana tener el coraje de hablar de Jesús con cada acto cotidiano de nuestras vidas. cada uno sabe cuales son esas pequeñas acciones que nos pueden costar pero que son necesarias para dar testimonio del Señor.

1 comentario:

JUVENTUD MARIANA VICENTINA dijo...

hola bendiciones para ustedes

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