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domingo, 11 de mayo de 2008

Pentecostés: El Espíritu Santo nos guía y fortalece

(Juan 20, 19-23)


Al anochecer del día de la Resurrección, estando cerradas las puertas de la casa donde se hallaban los discípulos, por miedo a los judíos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: “La paz esté con ustedes". Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Cuando los discípulos vieron al Señor, se llenaron de alegría. De nuevo les dijo Jesús: "La paz esté con ustedes. Como el Padre me ha enviado, así también los envío Yo". Después de decir esto, sopló sobre ellos y les dijo: "Reciban al Espíritu Santo. A los que les perdonen los pecados, les quedarán perdonados; y a los que no se los perdonen, les quedarán sin perdonar".

Palabra del Señor

La Iglesia Católica Apostólica Romana, Nuestra Madre Iglesia, celebra hoy Pentecostés que es la conmemoración de la venida del Espíritu Santo sobre María y los Apóstoles. Según el relato de San Lucas que consta en el libro Hechos de los Apóstoles, este hecho se dio cincuenta días después del Domingo de la Resurrección de Nuestro Señor y es así como se lo celebra por estos días. Ahora leemos el Evangelio de San Juan que ubica a Pentecostés inmediatamente después de la Pascua. Sea como fuere, el momento en el tiempo en que haya ocurrido no es el dato más relevante, sino más bien la relevancia decisiva que tiene Pentecostés en la Historia de Salvación de la Humanidad.

Así como Dios Padre tuvo un marcado protagonismo durante el Antiguo Testamento, el Dios Hijo fue el centro del Nuevo Testamento, el Espíritu Santo es quien asume el papel principal al ser quien guía a todos nosotros hasta el fin de los tiempos.

Según nos cuenta el Apóstol Juan en su Evangelio, los discípulos estaban encerrados llenos de temores y tal vez cegados por sus propias inseguridades. Tal vez se debió a que trataban de verlo todo desde sus mentes y no se animaban a mirar todo el mensaje mesiánico de Jesús desde los ojos de la fe. Jesús, conocedor de la debilidad humana, envió al Espíritu para poder vencer las barreras de la propia naturaleza humana y comunicar a Dios a los demás.

Dios es siempre fiel. Dios siempre cumple sus Promesas. Y tal como Jesús había estado prometiéndolo, envió el Espíritu para que santificara a los Apóstoles y a sus discípulos, además de su Madre. Y ahí fue que ellos dejaron de depender de sus propias fuerzas y se dejaron llevar por Dios, ahí fue que pudieron hacer prodigios ante los ojos azorados de los muchas personas que transitaban por las inmediaciones.

No es casual que Jesús salude a sus amigos diciéndoles "la Paz esté con ustedes" antes de comenzar a hablarles. Es fundamental tener la verdadera paz interior para poder recibir a Dios. Hoy en día podemos recibir al Espíritu Santo , quien viene a ofrecernos sus dones para que podamos vivir en la auténtica libertad de los hijos de Dios y así poder acceder a la Vida Eterna que solo es posible en Dios. Si nos dejamos invadir por cuestiones superficiales, triviales o hedonistas nos terminamos alejando del Señor, y no podemos sentir su Voz.

Es bueno reflexionar en el mandato que Jesús les deja a sus discípulos para perdonar los pecados a sus semejantes, sobre todos aquellos que dicen que no necesitan confesarse con sacerdotes que son igual o más pecadores que uno mismo. "Reciban al Espíritu Santo. A los que les perdonen los pecados, les quedarán perdonados; y a los que no se los perdonen, les quedarán sin perdonar"; vemos que es el mismo Dios quien da la autoridad a sus discípulos a perdonar pecados; los sacerdotes tienen el poder de perdonar los pecados no porque sean seres superiores, sino que es porque recibieron el Espíritu Santo para poder redimir a cada uno de los pecadores.

El Espíritu Santo sigue hasta el día de hoy guiándonos. Hay que tener plena confianza de que es Él quien guía a Nuestra Madre Iglesia. Por más que a veces observemos que hayan sacerdotes, religiosos o laicos que cometan errores, no hay que dudar que es el mismo Espíritu Santo quien lleva adelante a la Iglesia Católica Apostólica Romana... si no, no se explicaría como la Nuestra Madre Iglesia ha resistido a tantas persecuciones y crisis internas durante más de dos mil años, ¿no te parece?

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