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martes, 27 de mayo de 2008

Y bueno... ¡nada!

Los adolescentes, los jóvenes incorporan a su lenguaje determinadas palabras o muletillas para repetirlas hasta el hartazgo. Ese lenguaje les otorga una identidad, una pertenencia a una generación, un código común a un grupo.

Influye notoriamente la forma de comunicarse por Internet, sea a través del chat o vía mensajes en páginas personales, como así también los mensajes de texto que se envían por teléfonos celulares. En esos casos, por motivos de urgencia, se les hace preciso acortar palabras utilizando curiosas abreviaturas o prescindiendo de las vocales y acentos ortográficos. En menor medida, influyen también lenguajes impuestos por personajes populares del ámbito del espectáculo.

De esta manera, a nuestros adolescentes y jóvenes les cuesta encontrar sinónimos, su lenguaje se va haciendo cada vez más reducido y, por momentos, cada vez más superficial. La prueba está en cuanto les cuesta redactar cualquier relato, algo de lo que pueden dar fe muchos docentes de nivel medio; los adolescentes lo pueden comprobar en Internet recorriendo los miles de metroflogs y flogs cuando, al leer los mensajes que se dejan entre ellos donde escasean los mensajes con contenido y sobreabundan frases como "aka al p2! y pase", "bue paso rapido xq toy apurada", "bldoohh!", "t pasas??, t espero!", "tkm", etc.

Y, por otro lado, suele pasar que los adultos miran de reojo a los jóvenes cuando hablan con estos códigos y los acusan de deformar inútilmente al lenguaje. Porque muchas veces olvidan que en otras generaciones habían también muletillas, frases hechas tomadas de programas de televisión o publicidades. Muchos de los adultos que critican al lenguaje juvenil olvidan que ellos adoptaron términos, muletillas o latiguillos de, por ejemplo, personajes de la televisión; vale la pena preguntarse: ¿a cuántos se les pegó en su momento el "sin querer queriendo" del Chavo del 8, aquel simpático personaje de de la TV mexicana?

Lo importante es que tanto los adolescentes, como los jóvenes (y los adultos) nos eduquemos para que nuestras formas de expresión no sean tan vacías y volvamos a enriquecer nuestros diálogos. Lo que exteriorizamos de nosotros es, en cierta forma, lo que somos realmente.


Las "malas" palabras

Cualquiera de nosotros podría hacer todo un listado de las malas palabras que se conocen en nuestra sociedad, y no es novedad que la gran mayoría de ellas tienen connotación sexual. Su gravedad varía en el significado que se le da a cada término.

No hace falta transcribir ese listado acá, pero sí es bueno detenerse en el significado de las palabras que utilizamos a diario. Porque no se considera "mala palabra" decirle a una persona "mogólico", "tarado" (basta buscar el significado de esta palabra, para darse cuenta de lo que significa) o insultar haciendo referencia al color de la piel o condición social. Habría que decir que "mala palabra" es toda aquella que degrade a cualquier ser humano, toda aquella que implique un trato con una dosis de violencia, de desprecio...

En estos últimos diez años se ha hecho muy popular el decir "boludo/a" al final de cada frase. Si uno analiza fríamente a este término, caemos en la cuenta de que su significado no implica algo degradante para una persona, ya que no hace alusión a defectos físicos, ni tiene carácter xenófobo... el tema es que se lo usa reiterativamente, y banaliza toda conversación. Es tal vez una maldita moda que se ha hecho extensiva a casi la totalidad de los argentinos.

Lamentablemente, los medios de comunicación no colaboran en absoluto para que la gente eleve su nivel de comunicación. En cualquier programa de radio o de televisión y en los medios escritos, sobreabundan las palabras cargadas de violencia y las conversaciones de tono chabacano. Y mucha gente imita a esos personajes que no se preocupan en cuidar sus modos, muchos terminan copiando a esos que dicen no responsabilizarse por los efectos de la fama.

Es también importante recuperar el respeto por el otro a la hora de entablar una conversación, sea en persona, por internet, mensajes de texto o el medio que fuere. Últimamente los tratos interpersonales se cargan cada vez más de calificativos despectivos, lo cual encierra una cuota de desprecio entre nosotros... algo lejano a lo que es de Dios, ¿no te parece?

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