BUENOS AIRES, 22 Jul. 13 / 12:21 am (ACI/EWTN Noticias).- Una imagen de la Virgen de Luján, idéntica a la que el Papa Francisco tiene en la Casa Santa Marta, será el obsequio que 67 jóvenes de las villas de Buenos Aires (Argentina) dejarán en la favela de Manguinhos, Río de Janeiro (Brasil), durante su participación en la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) Río 2013.
Los jóvenes argentinos que pertenecen a las Villas 1-11-14 (Bajo Flores), Villa 21 (Barracas), Villa 31 (Retiro) y Villa 19 o Barrio INTA, compartirán un momento de encuentro fraternal con los vecinos de la comunidad Varginha dentro de la favela.
Este encuentro entre los villeros que el entonces Arzobispo de Buenos Aires, Cardenal Jorge Mario Bergoglio -hoy Papa Francisco-, solía visitar en las celebraciones parroquiales y fiestas patronales, y los jóvenes de las favelas que el Pontífice eligió visitar el 25 de julio, como parte de sus actividades en Río de Janeiro, es único y sin precedentes.
El Padre Mario Micelli, delegado Arquidiocesano de la Vicaría de la JMJ Río 2013 en Argentina, quien tiene a cargo la coordinación de los peregrinos de Buenos Aires, dijo que no están seguros si podrán acercarse al Santo Padre, pues “todo depende del operativo de seguridad y de las facilidades que nos dé la organización”.
La imagen de la Virgen de Luján llegará a Río de Janeiro con el padre Hernán Morelli, Vicario parroquial de Santa María Madre del Pueblo, quien a modo de preparación llevó la imagen de la patrona de la Argentina por diversas comunidades, para que pueda allí ser venerada y se dejen intenciones que tratarán de hacer llegar al Papa.
Además se informó que llevarán dos imágenes más de la Virgen de Luján. Una de ellas será llevada a la residencia de Sumaré donde se alojará el Papa Francisco, y permanecerá ahí durante su estadía, para luego pedirle que sea bendecida y así regresarla a Buenos Aires para que recorra las comunidades de la ciudad, y otras diócesis del país.
La otra imagen estará presente durante la Misa a la que asistirán los argentinos en la Catedral de San Sebastián de Río de Janeiro, y quedará ahí luego, como recuerdo en la arquidiócesis brasileña.
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