Llega una edad en que uno quiere tomar sus propias decisiones, no dar tantas cuentas de lo que hace o deja de hacer y, simplemente, lograr más independencia en varios aspectos. Y a los padres, por ahí les cuesta asumir que su hijo ya creció.
Sí, esto pasa; y nosotros entendemos que los padres realmente actúan como actúan desde el amor que nos tienen y porque quieren lo mejor para nosotros. Pero esto choca con nuestra necesidad de ir buscando quienes somos como futuros adultos, y por eso es difícil manejar la situación. ¿Qué hacer cuando sentimos que nuestros padres nos asfixian? ¿Es necesario "ponerles un límite"? ¿Qué es lo más sano para todos y cómo lograrlo?
Conversamos con la licenciada Patricia Dubini para tratar de encontrar algunas respuestas. Comenzando la conversación, la Licenciada comentó que esta situación es parte de ir creciendo, no le pasa sólo a algunos, sino que todos atravezamos este proceso. Por ahí cometemos el error de creer que la libertad tan ansiada la vamos a conseguir rompiendo la relación con los padres, transgrediendo límites, eliminando estructuras que nos dan contención... cuando el proceso supone elemento externos pero sobretodo interno. "Si la persona no puede poner límites a sus padres o amigos y se siente invadido, aunque se fuera a vivir sólo, trasladaría los mimos esquemas a su propia casa" comentó Patricia Dubini. De ahí la importancia de ir ganancia espacios de libertad progresivamente.
Crecer implica tomar los modelos de nuestros padres, de nuestra eduacación, de nuestro ámbito social, y desde ahí generar uno propio e individual. Se trata de ir dotando al joven que va creciendo de un modo de ser y actuar que le sea propio, construido por él mismo. Nada asegura el éxito, pero es hermoso y desafiante ir tomando decisiones propias.
(fuente: www.oleadajoven.org.ar)
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