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martes, 2 de julio de 2013

Un Dios a medida

Tu lenguaje es muy duro”, le dicen muchos de quienes hasta entonces habían seguido a Jesús, terminando con las palabras de Pedro: “Sólo tú tienes palabras de vida eterna”. El pan bajado del cielo que colma las expectativas del pueblo es un verdadero gozo para todo seguidor de Jesús, mas aun cuando por él alcanzamos la vida eterna, es decir, que alimentándonos del pan de la verdad somos configurados en Cristo.

No obstante este pan puede ser difícil de “tragar”, pues implica demasiadas exigencias para quien no está del todo dispuesto a dejarse moldear por Él. Es sencillo, y una constante tentación de estos tiempos, crear un dios a nuestra medida, que responda a nuestras mociones afectivas, que nos permita establecer que es lo que está bien y lo que está mal a partir de criterios propios, que nos permita justificar nuestra existencia, que no nos saque de la mediocridad espiritual.

He aquí cuando las exigencias, que no son más que nuestro camino de perfección cristiana en las virtudes, se convierten en un peso duro de llevar, pues la búsqueda autorreferencial de Dios no es compatible con ella, y aparece la humildad como una actitud necesaria para la búsqueda de la verdad. Es por ello que muchos se vuelven atrás, otros simplemente se quedan ahí, estancados, y sabemos que quien no avanza, entonces retrocede. En cuántas oportunidades nos hemos sentido perplejos, negados a abrirnos a la verdad de Dios que quiere reacomodar nuestra vida, haciendo la nuestra, criticando a quienes vemos progresan en su vida de fe, o aun a quienes como nosotros se hallan trabados.

Esta semana estamos llamados a renovar nuestra confianza y nuestra fidelidad en Jesús, Pan de vida eterna, portador del agua viva, palabra eterna del Padre. La fidelidad como camino para aumentar nuestra confianza no es una decisión sin implicancias concretas para nuestra vida, esto sería pura teoría, una “linda intención”, sino un compromiso a manifestar en quién hemos puesto nuestra esperanza, en quién creemos, quién es el Dios que nos moviliza. Enseña san Pío de Pietrelcina: “Conténtate con obedecer. No es nunca fácil, pero es a Dios a quien hemos escogido”.-

escrito por EMILIO RODRIGUEZ ASCURRA 
contactoconemilio@gmail.com 
(fuente: www.yocreo.com)

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