Grandes calles ajardinadas de aspecto moderno y pulcro forman la cuadrícula del barrio; pero no hay que engañarse: detrás de esta fachada se concentran más de dos mil quinientas viviendas sociales, con muchas familias en situaciones de problemática social necesitadas de una relación de apoyo, intervención y seguimiento. Y allí Ascensión Abad, salesiana, presta sus servicios desde hace cinco años.
Ascensión es una mujer fuerte, de buena cepa navarra, curtida también al sol mediterráneo, con una dedicación por los jóvenes pobres y en riesgo que le llevó a experiencias de frontera. Su afición por la bicicleta le curte un rostro que se ilumina cuando recorremos el Centro de Tiempo Libre “Sin Mugas”, y en él admiramos su mejor capital: los niños y niñas de todos los colores que me presenta y conoce por su nombre.
- ¿Cómo has privilegiado en tu vida a la juventud, en especial a la más desfavorecida?
- Sintiéndome muy a gusto entre muchos perfiles de niños diferentes, en especial de los muy desfavorecidos, intentando la adaptación a ellos, me he sentido acogido por ellos, que han sido siempre mi pasión, mi fidelidad a Dios de una forma creativa y alegre. No me encuentro en otro lugar del mundo si no es con ellos; me han hecho descubrir y tocar el rostro de Jesús . En esos rostros he experimentado la universalidad de Jesús y he vivido como un privilegio el estar con los más desfavorecidos.
- ¿Cómo vives la centralidad del joven y la joven en tu vida salesiana?
- Mi vida está centrada y adquiere sentido en Cristo y en el Evangelio y en su apuesta por el Reino: en esta unidad de gracia, el joven y la joven son el lugar que Cristo ha elegido para que yo refleje y plasme este evangelio y transmita su vida y su mensaje a través del encuentro con los jóvenes, viviendo y transmitiendo los valores fundamentales que como persona me plenifican y estoy segura que conducen a la felicidad que Dios quiere para todos. Esto es una experiencia real y es lo que fundamenta mi centralidad en el joven. La oración es un medio, un camino hacia la misión con los jóvenes y con la vida misma. También es importante la vida en comunidad y con otros educadores que tienen estas mismas inquietudes. Toda esta proyección de vida tiene un color, que es lo salesiano, que da un talante, una forma de vivir, de sentir, de ser y de transmitir lo que Don Bosco y Madre Mazzarello nos transmitieron y que realmente aquí se vive, se actualiza, se adapta y se comparte con mucha fe y confianza.
- A veces ciertas experiencias como la que cuentas ponen en sordina la dimensión comunitaria del proyecto: ¿qué papel juega tu comunidad en el mismo?
- Mi comunidad está totalmente dedicada a la misión que llevamos adelante en el barrio. Las cuatro hermanas que la componemos nos transmitimos todo lo que vivimos en el barrio, de modo que es fácil compartir todas las inquietudes y experiencias. Es impresionante la corresponsabilidad y la sinergia que existe con los equipos de educadores y notar cómo tienen asumido y transmiten la pedagogía y el Sistema Preventivo de Don Bosco y el espíritu salesiano; cómo lo integran y cómo lo viven.
- No tenemos derecho a exigir ver frutos, pero en los cinco años que llevas en la experiencia, ¿has tenido algún momento de iluminación en los que atisbaras que el proyecto va dando frutos?
- Los procesos que aquí se realizan son lentos, pero se constata un camino de crecimiento, de acogida, cercanía y cariño hacia lo que aquí se hace, que esto es el auténtico milagro que podemos decir que sucede cada día en la interacción con las personas que llegan y con las que realizamos un proceso de vida digna porque aquí las personas son queridas y ellas lo notan y lo transmiten con frases como “esto es como una familia”, “aquí cuando tengo una preocupación me van a ayudar...” para mí, es- tos son pequeños frutos y pequeños milagros que suceden.
- ¿Las personas de aquí conocen vuestra identidad como religiosas?
- Sí, por supuesto, el otro día, sin ir más lejos, una niña me dijo esto: “¡Anda, usted es monja!”. Y le respondí: “¿Y qué es ser monja?”. “Es una persona que cree en Dios y que reza por nosotros para que no nos caigamos, para que seamos buenas personas”, me contestó. Esto es hermoso, de verdad.
- Al final de vuestro Capítulo General 23, ¿hay alguna línea importante de este Capítulo que os afecte directamente en un trabajo como este o en tu propio compromiso vocacional?
- La predilección por los más pobres: esta es la línea con la cual nos sentimos más identificadas: la de hacer realidad, adaptarnos e integrarnos en los lugares de mayor necesidad social que son los niños, los jóvenes y las mujeres. las que realizamos un proceso de vida digna porque aquí las personas son queridas y ellas lo notan y lo transmiten con frases como “esto es como una familia”, “aquí cuando tengo una preocupación me van a ayudar...” para mí, estos son pequeños frutos y pequeños milagros que suceden. ¿Las personas de aquí conocen vuestra identidad como religiosas? Sí, por supuesto, el otro día, sin ir más lejos, una niña me dijo esto: “¡Anda, usted es monja!”. Y le respondí: “¿Y qué es ser monja?”. “Es una persona que cree en Dios y que reza por nosotros para que no nos caigamos, para que seamos buenas personas”, me contestó. Esto es hermoso, de verdad. Al final de vuestro Capítulo General 23, ¿hay alguna línea importante de este Capítulo que os afecte directamente en un trabajo como este o en tu propio compromiso vocacional? La predilección por los más pobres: esta es la línea con la cual nos sentimos más identificadas: la de hacer realidad, adaptarnos e integrarnos en los lugares de mayor necesidad social que son los niños, los jóvenes y las mujeres.
(fuente: www.donbosco.es)
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