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sábado, 15 de agosto de 2015

"Sostener la vida de los jóvenes": para meditar en el bicentenario de Don Bosco

Inspectoria Argentina Sur
P. Guillermo Tanos, delegado de Pastoral

MOMENTO DE ORACIÓN PARA EL BICENTENARIO 
“SOSTENER LA VIDA DE LOS JOVENES”

A): Sostener: una clave de la misión salesiana

Una palabra significativa para la misión salesiana es “sostener”. Sostener la vida de los jóvenes para que nos se caigan en la incertidumbre y en una vida sin sentido. El presente video nos brinda las claves para comprender esta dimensión fundamental de nuestra |misión.

Video “Sostener” – Eduardo Meana:




b): Jesús “sostiene la vida” de su pueblo.

Jesús vio una gran muchedumbre y se compadeció de ellos.. y estuvo enseñándoles largo rato.

Evangelio según san Marcos (Mc 6, 30-34)
Al regresar de su misión, los Apóstoles se reunieron con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado. Él les dijo: “Vengan ustedes solos a un lugar desierto, para descansar un poco”. Porque era tanta la gente que iba y venía, que no tenían tiempo ni para comer. Entonces se fueron solos en la barca a un lugar desierto. Al verlos partir, muchos los reconocieron, y de todas las ciudades acudieron por tierra a aquel lugar y llegaron antes que ellos. Al desembarcar, Jesús vio una gran muchedumbre y se compadeció de ellos, porque eran como ovejas sin pastor, y estuvo enseñándoles largo rato

Comentario:

Marcos describe con todo detalle la situación. Jesús se dirige en barca con sus discípulos hacia un lugar tranquilo y retirado. El propósito de Jesús queda frustrado. La gente descubre su intención y se les adelanta corriendo por la orilla. Cuando llegan al lugar, se encuentran con una multitud venida de todas las aldeas del entorno. ¿Cómo reaccionará Jesús?

Marcos describe gráficamente su actuación: los discípulos han de aprender cómo han de tratar a la gente: “Al desembarcar, Jesús vio la multitud, se conmovió porque andaban como ovejas sin pastor, y se puso a enseñarles con calma”..

Podemos contemplar este texto con una mirada salesiana. Para nosotros la multitud son los jóvenes más pobres que nos están esperando. En ellos captamos sus sufrimientos y sus búsquedas por una vida más digna. La compasión se despierta en nosotros cuando miramos atentamente a los que jóvenes que nos buscan en sus sufrimientos y soledades.. Debemos re-encontrarnos con esa multitud para “sostener” de alguna manera sus vida como lo hizo Don Bosco.


C) Don Bosco “sostiene” la vida de los jóvenes

El encuentro de Don Bosco con Bartolomé Garelli se puede transformar en un paradigma de nuestra misión como sostenedora de la vida de los jóvenes. Desde esta clave leeremos el relato que el mismo Don Bosco escribió y después trataremos de buscar el significado más profundo.

 El ENCUENTRO DE DON BOSCO CON BARTOLOMÉ GARELLI”

“Apenas entré en la Residencia Eclesiástica de San Francisco, me encontré de inmediato con una escuadra de jovencitos que me seguían por calles y plazas y hasta la misma sacristía de la iglesia del Instituto. Pero no podía ocuparme directamente de ellos por falta de local. Un simpático incidente me ofreció la ocasión para intentar llevar a la práctica el proyecto en favor de los jovencitos que vagabundeaban por las calles de la ciudad, especialmente, los salidos de las cárceles.

El día solemne de la Inmaculada Concepción de María (8 diciembre de 1841) a la hora establecida, me estaba revistiendo con los ornamentos sagrados para celebrar la santa misa. El clérigo encargado de la sacristía, José Comotti, al descubrir en un rincón a un jovencito, lo invita a que me ayude la misa.

- No sé, respondió él, todo mortificado.
- Vení, replicó, quiero que ayudes la misa.
- No sé, repuso el jovencito, no lo he hecho nunca.
- Sos un animal, afirmó furiosamente el sacristán; si no sabés ayudar misa ¿a qué venís a la sacristía?

Mientras decía esto, agarró el mango del plumero y empezó a golpear en la espalda y en la cabeza de aquel pobrecito, mientras este echaba a correr.

- ¿Qué hace? -grité yo con fuerza-. ¿Por qué le pega de ese modo? ¿Qué ha hecho?
- ¿Por qué viene a la sacristía, si no sabe ayudar misa?
- Pero usted ha hecho mal.
- ¿Y a usted qué le importa?
- Me importa mucho; es un amigo mío. Llámelo inmediatamente, necesito hablar con él.
- Tonto, tonto se puso a llamarlo corriendo tras él; y asegurándole que lo trataría mejor, lo trajo a mi lado.
El muchacho se acercó temblando y llorando por los golpes recibidos.
- ¿Oíste ya la misa?, le dije con el cariño que me fue posible.
- No, respondió.
- Vení a oírla; después me interesaría hablarte de un asunto que te va gustar.

Me lo prometió. Mi deseo era mitigar el disgusto de aquel pobrecito y no dejarlo con aquella mala impresión hacia los responsables de esa sacristía. Celebrada la santa misa y practicada la debida acción de gracias, trasladé a mi candidato a un corito. Con el rostro sonriente (con faccia allegra) y asegurándole que no debía temer más bastonazos, comencé a preguntarle de esta manera:

-Mi buen amigo, ¿cómo te llamás? -Me llamo Bartolomé Garelli.
-¿De qué pueblo sos? -De Asti.
-¿Vive tu padre? -No, mi papá murió.
-¿Y tu madre? -Mi mamá también murió.
-¿Cuántos años tenés? -Tengo dieciséis.
-¿Sabés leer y escribir? -No sé nada.
-¿Fuiste ya admitido a la primera comunión?
-Todavía no.
-¿Te confesaste alguna vez?
-Sí, pero cuando era pequeño.
-Ahora ¿vas al catecismo?
-No me atrevo.
-¿Por qué?
-Porque mis compañeros más pequeños saben el catecismo; y yo, tan mayor, no sé nada. Por eso me da vergüenza ir a las clases.
-Si te diera el catecismo aparte, ¿vendrías a escucharlo?
-Vendría con mucho gusto.
-¿Vendrías con agrado a esta habitación?
-Vendré con mucho gusto, siempre que no me den bastonazos.
-Quedate tranquilo, que nadie te maltratará. Al contrario, vos serás mi amigo, tendrás que tratar sólo conmigo. ¿Cuándo querés que comencemos nuestro catecismo?
-Cuando usted quiera.
-¿Esta tarde?
-Sí.
-¿Querés ahora mismo?
-Sí, también ahora; con mucho gusto.

Me levanté e hice la señal de la santa cruz para comenzar, pero mi alumno no la hacía porque no sabía el modo de hacerla…

Este es el origen de nuestro Oratorio, que –con la bendición del Señor– creció tanto, como nunca entonces hubiera podido imaginarlo”.

Memorias del Oratorio. [40] La fiesta de la Inmaculada Concepción y el principio del Oratorio festivo

Comentario al Relato:

Esta página de las Memorias del Oratorio está cargada de significados que hay que intentar descifrar. En ella Don Bosco no solamente presenta la narración de cómo supuestamente se dio inicio al Oratorio, sino que proyecta la realización de un novedoso estilo de educación-evangelización, inaugurando una nueva praxis pastoral sostenedora de la vida de los jóvenes y una también nueva estructura eclesial, surgidas del corazón de un nuevo tipo de sacerdote.

Como buen narrador que es, DB despierta el interés del lector de sus Memorias: ¿qué será este simpático incidente? ¿Qué tendrá de carga sorprendente como para despertar el deseo de continuar leyendo para averiguarlo? Lo importante es que él mismo afirma que será la ocasión para llevar a la práctica su proyecto largamente soñado y elaborado en su mente y en su corazón. A este episodio simpático se le atribuye por tanto una densidad histórica única. Y deja por enésima vez muy claro, que el proyecto se refiere a los jovencitos que vagabundeaban por las calles de la ciudad, se trata de “sostener” a los chicos más pobres y abandonados, llegados normalmente de pueblos e incluso países cercanos. Pero dentro de este colectivo hay una preferencia mayor: los salidos de las cárceles. Los jóvenes que han probado la humillación y la deshumanización más grandes. Los últimos…

No debe pasar desapercibido para nadie esta puntualización cronológica que hace Don Bosco del hecho. Si bien él afirma que será un simpático episodio el que está por narrar, por su contextualización temporal en una fecha tan querida de la Virgen, como es el 8 de diciembre, fiesta de la Inmaculada Concepción de María, comienza a rodear el hecho de una significatividad casi sobrenatural (día solemne); como que todo va a suceder bajo el amparo, quizás la inspiración de la misma Sma. Virgen. Y esto conecta directamente con el sueño de los 9 años, con la Maestra que le enseña a vivir el carisma. Sin Ella no se dará nada en la vida de Don Bosco. El Oratorio es necesariamente obra suya (de Ella).

El alboroto hace que Don Bosco abandone su concentración previa a la Eucaristía y fije su mirada y su interés en lo que está aconteciendo a su lado. El rito puede esperar, lo importante y primero es la persona del joven. Interviene casi impulsivamente y con fuerza (como al inicio del sueño de los 9 años), pero esta vez para evitar que los jóvenes sean golpeados. Ha aprendido la lección: “no con golpes”… La reacción del sacristán es también descortés y hasta ofensiva. Esa pregunta: ¿y a usted qué le importa? suena a un “no se meta, en lo que no es suyo”… ofreciendo una astuta habilitación a la respuesta que Don Bosco quería calzar aquí, como clave de la nueva relación que va a establecer: me importa porque es mi amigo. Es la categoría de relación que Jesús le trazó en el sueño: a estos tus amigos, deberás ganarlos…. Don Bosco lo aplica con Garelli. Todo joven, cualquier joven, especialmente los marginados, los difíciles, son antes que nada, potenciales amigos para ganar.

Luego de la aproximación por vías de la amarevolezza, comienza una tarea de conocimiento empático: se trata de entrar en la realidad, en la situación de vida en la que se encuentra el chico. Las preguntas no son un interrogatorio, sino que (avaladas por la sonrisa y el cariño) expresan un interés por entrar en el mundo (por ahora desconocido) del muchacho. Él se siente decir ante todo por este cura: mi buen amigo. Esta es la categoría relacional que recorre todo el texto. Se trata por tanto de descubrir en qué consiste la amistad: Es un modo de amar que implica necesariamente correspondencia, reciprocidad, confianza, sinceridad, intimidad… No es cualquier tipo de caridad, no es simple beneficencia, ni solidaridad, ni promoción, ni compasión… si bien todos estos elementos de alguna manera quedan incorporados en la propuesta. El amor-salesiano es amor de amistad. Es por tanto de ida y vuelta, ama y busca ser amado, crea vínculo. Una de las mejores descripciones de este modo de amar-educar-evangelizar a los jóvenes a través de la amistad, se encuentra en la Carta de Don Bosco de Roma de 1884. Vale la pena darle una relectura.

Es notable que las preguntas, luego de pasar por su nombre, pueblo de origen y edad, que perfilan los rasgos fundamentales de la persona, incursionan sobre las tres instituciones que todo ser humano tiene como ámbitos de pertenencia y desarrollo: la familia, la escuela y la iglesia. En todas ellas Bartolomé responde nuevamente no, no tiene papá, no tiene mamá, no tiene escuela, no tiene participación en la iglesia. Podemos decir que es “un chico no”, “un chico nada”, “un chico nadie”. Sin ningún vínculo que le dé pertenencia. Estos elementos describen la realidad del ABANDONO. Bartolomé es un chico abandonado, marginado. DB no dice concretamente que haya estado en la cárcel, pero por la introducción al episodio y por todo el contexto, podría muy bien suponerse: Un simpático incidente me ofreció la ocasión para intentar llevar a la práctica el proyecto en favor de los jovencitos que vagabundeaban por las calles de la ciudad, especialmente, los salidos de las cárceles…

A mi modo de ver, más allá de que Bartolomé Garelli fuera un chico verdaderamente histórico, o un nombre que Don Bosco inventó, lo verdaderamente importante es que en él se describen los rasgos del tipo de joven a los que Don Bosco se quiso dedicar, al marcar el inicio y el sentido del Oratorio. El Oratorio “funcionará mejor” si se dedica a esta tipología de jóvenes. El Oratorio está hecho para estos chicos abandonados, pobres y en peligro.

D) Francisco nos invita, como Iglesia, a “sostener” a los pobres.

“Cada cristiano y cada comunidad están llamados a ser instrumentos de Dios para la liberación y promoción de los pobres, de manera que puedan integrarse plenamente en lasociedad; esto supone que seamos dóciles y atentos para escuchar el clamor del pobre y socorrerlo. Basta recorrer las Escrituras para descubrir cómo el Padre bueno quiere escuchar el clamor de los pobres: «He visto la aflicción de mi pueblo en Egipto, he escuchado su clamor ante sus opresores y conozco sus sufrimientos. He bajado para librarlo […] Ahora pues, ve, yo te envío…» (Ex3,7-8.10), y se muestra solícito con sus necesidades: «Entonces los israelitas clamaron al Señor y Él les suscitó un libertador» (Jc3,15). Hacer oídos sordos a ese clamor, cuando nosotros somos los instrumentos de Dios para escuchar al pobre, nos sitúa fuera de la voluntad del Padre y de su proyecto, porque ese pobre «clamaría al Señor contra ti y tú te cargarías con un pecado» (Dt15,9). Y la falta de solidaridad en sus necesidades afecta directamente a nuestra relación con Dios: «Si te maldice lleno de amargura, su Creador escuchará su imprecación» (Si4,6). Vuelve siempre la vieja pregunta: «Si alguno que posee bienes del mundo ve a su hermano que está necesitado y le cierra sus entrañas, ¿cómo puede permanecer en él el amor de Dios?» (1 Jn3,17). Recordemos también con cuánta contundencia el Apóstol Santiago retomaba la figura del clamor de los oprimidos: «El salario de los obreros que segaron vuestros campos, y que no habéis pagado, está gritando. Y los gritos de los segadores han llegado a los oídos del Señor de los ejércitos» (5,4)

(Evangelii Gaudium N. 187)


E) Para seguir profundizando

Se puede responder personalmente estas preguntas:

• Narro mi “experiencia fundante” del Oratorio: ¿cuándo y cómo empezó para mí el Oratorio?
• ¿Quiénes son mis “Bartolomé Garelli” de hoy, los jóvenes “especialmente salidos de las cárceles” que me toca acompañar?
• ¿Cuáles son mis actitudes preventivas para evitar el sufrimiento deshumanizante de los jóvenes que la Divina Providencia me confía?
• Trato de explicitar mi experiencia de educador/a, animador/a, como sostenedora de los jóvenes


F) Gesto celebrativo:

Anotaremos en un papel las siguientes consignas:

-Los nombres de los jóvenes que tratamos de sostener en este tiempo.
-Los nombres de las personas que nos ayudan y nos sostienen para seguir adelante

Luego se lo ofrecemos al Señor poniéndolo arriba del altar mientras escuchamos la canción sostener. Concluimos rezando la siguiente oración:

Señor, enséñame el arte de escuchar y el arte de sostener la vida de los jóvenes. Empápame de silencio para acoger sus gritos.
Regálame sosiego interior para contener su agitación y sus padecimientos.
Dame el cuidado, la paciencia y el respeto necesarios para que los que venga a mí, se sientan escuchados y sostenidos.
Que mis reflejos y palabras no sean más que el fruto de otra escucha: la de tu voz que me habla en mi interior y me sostiene.
Amén

(fuente: symdonbosco2015.com)

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