EL VIAJE A ITALIA
Cuando Ceferino recibió la noticia de su viaje a Italia, sintió por una parte una gran alegría: podría conocer las tierras de Don Bosco, el gran soñador de la Patagonia.
Por otra parte, su corazón sentía un dolor muy grande: nuevamente partir; dejar el ambiente hogareño de Viedma, donde todos formaban un solo corazón y una sola alma; abandonar otra vez las amadas tierras patagónicas; alejarse a tanta distancia y quizá definitivamente de su familia y de su tribu. Pero parte.
Cuando llega a Buenos Aires, vive un momento de intensa alegría al reencontrarse con sus compañeros y superiores del Colegio de Almagro. Todos perciben, a simple vista, que su salud se ha deteriorado y, cuando el Padre Vespignani le pregunta directaamente por su salud, Ceferino contesta: “Regular”, admitiendo que ha tenido varios vómitos de sangre.
Al llegar a Italia, Ceferino va de descubrimiento en descubrimiento. Vive muy intensamente cada momento, no con la frivolidad del turista, sino con la profundidad del creyente. Y se convierte en corresponsal viajero, enviando gran cantidad de cartas y postales a parientes, superiores, misioneros y amigos (lamentablemente varias de estas misivas se han extraviado).
A los pocos días de haber llegado, es llevado a visitar al sucesor de Don Bosco, Don Miguel Rúa. La entrevista lo sacude interiormente y lo llena de emoción. A partir de ese momento, Ceferino disfruta de muchas atenciones e incluso varias personalidades de la vida pública, cultural y eclesiástica italiana, expresan el deseo de conocerlo.
Cuánto de auténtico interés y cuánto de frívola curiosidad y snobismo hay en estas situaciones no lo sabemos, pero él no se deja perturbar por los “personajes” ni por los “homenajes”. Su sencillez y su humildad quedan intactos. Pertenece a una raza sufrida y es hijo de un “Lonco” que lo ha dejado todo por defender los intereses y derechos de su gente. La misma naturalidad, con que siempre se desenvuelve Ceferino, hacen agradable su trato y confirman la autenticidad de su persona.
Durante su permanencia en Turín, tres son las principales ocupaciones de Ceferino: la oración intensa y contemplativa. Pasa largas horas en el Santuario de María Auxiliadora, en diálogo íntimo con Jesús Eucaristía. En segundo lugar, como ya hemos dicho, escribe a su gente de la cual nunca se olvida. En tercer lugar, visita a las comunidades salesianas de Turín y la zona, acompañando por lo general a Monseñor Cagliero.
El 19 de septiembre Ceferino viaja a Roma. Vive allí una experiencia imborrable en el encuentro con el Papa Pío X. El joven mapuche dijo unas palabras en italiano al Papa y éste le habló muy paternalmente, dándole su bendición a él y a su gente. Y cuando todos se están retirando, después de la audiencia, el secretario privado del papa lo llama aparte y lo conduce al escritorio del Santo Padre, donde éste le aguardaba con una amplia sonrisa. Y el Papa vuelve a saludarlo y le entrega una hermosa medalla como recuerdo de la visita.
Ceferino, con su sencillez, con su buen trato, con su educación, con su sabiduría llena de humildad y discreción, los deja admirados a todos. Y el 21 de noviembre Ceferino es trasladado a Frascatti. Allí se integra como alumno ordinario y vive momentos de honda soledad. Sigue comunicándose con los suyos y con los salesianos conocidos en Argentina y se aplica al estudio hasta donde le dan las fuerzas. En el Colegio lo recordarán por su espíritu de oración, su piedad eucarística, su llaneza mansedumbre en el trato.
EL FALLECIMIENTO
Y llega el momento de la entrega total. A principios de marzo de 1905 Ceferino ya no puede asistir a clase. A fin de ese mismo mes lo llevan al Colegio Sagrado Corazón de Jesús y, el 28, es internado en el Hospital Fatebenefratelli, atendido por los hermanos de San Juan de Dios, en la Isla Tiberina.
De su estadía en el Hospital, todos los testimonios están concordes en destacar su oración continua, su disponibilidad a la Voluntad de Dios, su fortaleza en el sufrimiento. Por el sacerdote José Iorio, en aquel tiempo enfermero del Colegio Sagrado Corazón, que iba a menudo a visitarlo al hospital durante su enfermedad, sabemos qué grande era su resignación en la dolorosa enfermedad. “Nunca se le oyó quejarse de nada, aún cuando sólo al verlo daba compasión y arrancaba lágrimas, tan consumido y sufriente se lo veía. Antes bien, no sólo no se quejaba de sus sufrimientos, sino que los olvidaba para pensar en los de los otros: había sido conducido al hospital y colocado en la cama de al lado, un joven de nuestra casa de Roma que estaba, como Namuncurá, en el último período de su enfermedad. Ceferino, a este joven, le infundía valor con palabras llenas de amor y enseñándole a dirigir toda acción, todo sufrimiento, a Dios Nuestro Señor.»
Y al Padre Iorio, tres días antes de morir, le decía:
- Padre, yo dentro de poco me iré; pero le recomiendo a este pobre joven que está a mi lado; venga a visitarlo a menudo...¡Si viera Ud. cuánto sufre!...De noche no duerme casi nada, tose y tose...Y esto lo decía mientras él estaba peor, mientras él mismo no solamente no dormía casi nada, sino nada, nada...”
Durante el tiempo en que estuvo internado, en medio de su gran debilidad, sacó fuerzas de flaquezas para escribir a su padre Don Manuel una cariñosa carta, en la que quiere tranquilizarlo con respecto a su salud.
Monseñor Cagliero, que había sido su gran apoyo en esos últimos días, le da los últimos sacramentos y lo acompaña hasta el final. Fallece en silencio el 11 de mayo de 1905. Sus restos son llevados a Campo Verano (cementerio de Roma) por un pequeño grupo de personas. Allí son enterrados en una humilde tumba con una cruz de madera y chapa de latón que llevaba la inscripción de su nombre y la fecha de su fallecimiento.
DE VUELTA A LA PATRIA
En 1911 un salesiano argentino, el P.Esteban Pagliere lanza la idea de escribir una obra sobre Ceferino y el P. Vespignani elabora un cuestionario para recoger datos y testimonios sobre su vida. Mientras tanto, al seminarista chileno Víctor Kinast se le encomienda la diligencia de averiguar en qué situación han quedado los restos del joven mapuche.
Con prontitud y eficacia, este salesiano hace las averiguaciones del caso y así se entera de que, si no se provee prontamente a su exhumación, los restos de Ceferino serán colocados en la fosa común. De este modo se pueden realizar los trámites y rescatar los restos del joven mapuche que, en 1924,son trasladados desde Roma a Fortín Mercedes, situado frente a la vecina localidad de Pedro Luro (sur de la Provincia de Buenos Aires).
¿Por qué a Fortín Mercedes? En ese momento pareció el lugar más convocante. Allí estuvieron, en la capilla reconstruida del antiguo Fortín hasta 1991, año en que son trasladados a una sala contigua al Santuario de María Auxiliadora, por razones de mayor seguridad.
Desde los primeros momentos de su llegada a Argentina, muchísimos peregrinos pasan delante de su tumba para orar y encomendarse a su intercesión. El pueblo sencillo siente que Ceferino es uno de los suyos. Lo siente cercano y ve en su figura los valores del Reino, que hoy son imprescindibles en la sociedad y que Ceferino supo encarnar con sencillez y radicalidad.
fuente: http://ceferino.dbp.org.ar/
1 comentario:
A través de Ceferino
OREMOS POR EL JOVEN 'Baritu'
Se llama Abraham pero le dicen Baritu como el nombre del Parque Nacional que él ama.
Es de Los Toldos, Salta.
¡¡¡Por favor un milagro!!! ¡¡¡Por favor mucha oración!!!
Tiene 20 años.
Yo lo quiero mucho y no quiero que nos deje. (JMCH)
Por favor que sea una cadena mundial de oración, que interceda Ceferino (Namuncurá) que le de una oportunidad de vivir y ser feliz!!!
PAPÁ - ABRAHAM 'BARITU' - POLI
OH SEÑORA MÍA
OH MADRE MÍA
YO TE OFREZCO TODO A PAPÁ, BARITU Y EL POLI,
Y EN PRUEBA DE MI FILIAL AFECTO
TE CONSAGRO EN ESTE DÍA
SUS OJOS
SUS OÍDOS
SU LENGUA
Y SUS CORAZONES,
EN UNA PALABRA TODO SUS SER.
YA QUE SON LOS TRES TUYOS
OH MADRE DE BONDAD
GUÁRDALOS
DEFIÉNDELOS
Y UTILIZALOS COMO INSTRUMENTO Y POSESIÓN TUYA
AMÉN.
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